CENTRO CULTURAL SAN FRANCISCO SOLANO
CENTRO CULTURAL SAN FRANCISCO SOLANO. DAVID HUERTA
NOTA:
NOTA:
El pasado 3 de octubre, murió en México, el conocido poeta David Huerta (8 de octubre, 1949-3 de octubre, 2022), le faltaban cinco días para cumplir 73 años. Hijo del famoso poeta mexicano Efraín Huerta. Desde su infancia Huerta se vio involucrado en la atmósfera literaria mexicana. Su primer libro, El jardín de la luz, fue publicado en 1972, por aquellos años estudiaba Filosofía y Letras en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En 1968 fue parte del movimiento estudiantil-popular, que salieron a las calles, exigiendo que se aprobaran las propuestas democratizadoras que le pedían al gobierno. Trabajó en la redacción de La Gaceta del Fondo de Cultura Económica y formó parte del consejo editorial de la importante revista Letras Libres, con la cual teníamos un intercambio; su obra poética y ensayista iban de la mano, escribió innumerables artículos de opinión en el semanario de política Proceso, y fue durante años columnista de asuntos poéticos en la Revista de la Universidad. Entre los años 1970 y 1971 fue becado del el Centro Mexicano de Escritores; en 1978-1979 fue recipiente de la Fundación Guggenhein y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, y en 1990 se le otorgó el premio de Poesía Carlos Pellicer. Mereció otros premios como el Premio Xavier Villaurrutia (2006) y el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el campo de Lingüística y Literatura (2015), entre otros. Además, fue traductor y profesor de la UNAM, donde mantenía una cátedra llamada "Poesía en lengua española". Recibió la Medalla Mártires de Tlatelolco 1968, disturbios en los que participó como activista. Ofreció lecturas de poesía en todo el territorio mexicano e impartió conferencias en las universidades estadounidense de Harvard y Princeton y en las de Inglaterra, Oxford y Cambridge. En un conversatorio un vez dijo que se consideraba "el último comunista de México". Es autor de una decena de poemarios entre los cuales se destacan: Versión; La calle blanca; e Incurable, y otros. Que en paz descanse el alma del poeta, David Huerta, y donde quiera que esté ahora, le pedimos que continúe divulgando y defendiendo la poesía...Saludos,Rafael Bordao. david

DAVID HUERTA

(Ciudad de México, 8 octubre 1949–Ciudad de México, 3 octubre 2022)

EL SILENCIO

Está en las palabras dulces o ásperas de todos los días

de un modo oblicuo. Y es una presencia inevitable

en la que toda voz humana se reconoce

antes o después de aparecer.

En el relámpago es pura luz de inminencia y en el trueno fiel

es como la negrura del estruendo, su lado negativo, su reverso

de virtualidades, su espejo profundo.

En esta larga y suave mano

que se tiende hacia mi rostro en las mañanas

reconozco su riqueza de sentido indecible.

Lo agradezco a la manera de quien ama la invisibilidad

y el poder de una dádiva divina.

Habita en algunos textos cuya mudez impresa o caligrafiada

es apenas una sospecha de su plenitud desafiante. Pues no es igual

a la mudez de esos signos: la sostiene, la nutre, la completa,

la fecunda —y hace posible su despliegue de forma y de significado.

Sin él la música no tendría sustancia ni estructura

y muchos poemas se vaciarían de su magia sensible

hasta quedar convertidos en tibias cáscaras,

en maquinarias inservibles o apagadas.

Lo recogí hace años en los ojos de una mujer

que agonizaba lentamente y veía el abismo.

Ella me entregó un pedazo brillante y sordo del mundo

que la rodeaba, en ese preciso momento,

con los dones acres del sufrimiento, en la última prueba.

Juan de Yepes y Juan de Pasmos sintieron su profundidad

en los actos amorosos o turbulentos de Dios.

Su existencia tiene todos los atributos de la nada

pero está repleta y abruma. A veces tiene la delicadeza

de un espíritu sobrehumano que podría aniquilarnos

como el Ángel de las Elegías de Rilke.

Hecho de negatividad y transparencia,

no es ni una cosa ni otra —y se parece al pensamiento,

que lo solicita con frecuencia en las altas noches

y en los días indiferentes y ruidosos.

Tiene un fuego y lo deposita en el corazón, semejante

a la muerte y en todo parecido a la vida que vivimos

y nos vive de un modo impersonal y abstracto.

A ese fuego he confiado la riqueza o miseria

de miles de vocablos, acaso innecesarios.